Porque son esas sensaciones lo que más engancha de la escalada. Porque vives el aquí y el ahora, la clave de la felicidad. Te equipas con todo ese material frente a una pared y empiezas a ascender concentrado en cada paso y cada movimiento. Porque tu ego aparece queriéndote imponer sus miedos pero cuanto más atento estás en cada uno de tus movimientos, manteniendo una respiración constante, más inhibes al ego que trata insistentemente de mantenerte en tu zona de confort por miedo a que fracases.
Salir al monte y respirar aire puro, conectar con la naturaleza y rodearte de gente que comparta tu afición y vibre con la misma sintonía, dejar los problemas en casa e inhibirte de la mente insistente que nos dice que para ser felices tenemos que hacer algo.
De eso trata la meditación. De calmar tus pensamientos. Tu ego constante no hace más que lastimarse por el pasado, te rememora historias que ya sumaron, ya sea para bien o para mal, pero que ahora ya no las necesitamos, o preocuparse por el futuro, ¿llegaré a fin de mes?, ¿encontraré un trabajo?, ¿qué voy a hacer esta semana?, ¿me voy el jueves a escalar?, ¿voy el viernes?, ¿quién estará disponible?.
Este último año, he sentido que me asfixiaba, mi auto exigencia conmigo misma me agotaba. Mi vida estaba basada en el esfuerzo y el sacrificio. Me había puesto un listón muy alto y bajar de él me hacía sentir que fracasaba. Mi ego, mi identidad, mi careta, la imagen que doy al mundo, la he ido conformando en base a mis creencias, mis valores, la educación que he tenido en la cultura en la que me he criado, la información que he heredado de mis padres y hasta de mis abuelos, las carencias emocionales que he tenido de niña y las emociones que me transmitía mi madre cuando estaba en su vientre durante mi gestación... todo ello está en nuestro subconsciente y es que el 95-97% de nuestros actos son inconscientes, mientras que sólo el 3-5% de lo que hacemos y de cómo actuamos día a día lo hacemos de manera consciente.
Entonces, ¿qué hay que hacer para ser feliz? Pues todo es mucho más fácil de lo que lo hacía. En mi caso yo recurría a la escalada buscando un entorno de aceptación y reconocimiento, un reconocimiento que no podía ver en mí misma y que buscaba fuera. Un reconocimiento que no tuve de pequeña porque mis padres no lo supieron hacer de otra manera, y así crecí buscando su amor y su atención. La búsqueda inconsciente del reconocimiento de un padre del que me separé con doce años y que con veintidos empecé a conocer.
Aquí empezó mi viaje hacia el interior, dejar de hacer, dejar de tener, para encontrar mi verdadero ser. ¿Para qué haces lo que haces? Pregúntate siempre ¿PARA QUÉ? y NO ¿por qué?, porque el "por qué" te va ha llevar a excusas y justificaciones, mientras que el "para qué" te va a llevar a las emociones más profundas, aquellas que no queremos sacar, porque duelen, porque rememoran, pero les aseguro que una vez sacas todas esas emociones reprimidas en la infancia y perdonas, dejas de buscar, comprendes y perdonas, mueres para volver a vivir.
Mi ego espiritual me engañó haciendo creer que si hacía yoga o meditación o era vegetariana o vegana o yendo a la India o a no se donde dicen ahora que hay que ir, iba a ser más espiritual. Pero qué completo error. No hay que hacer nada, nuestro ego nos lleva al hacer y al tener para identificarnos cuando la verdad está simplemente en ser.
Gracias a la Bioneuroemoción tomé conciencia de que vivía con los ojos cerrados, buscando fuera la felicidad que ya tenía dentro pero que no podía ver, porque inconscientemente actuaba bajo unos programas que llevamos dentro y una identidad que conformamos con el tiempo.
Me despido con una frase de Un Curso De Milagros que dice así, "(...) el renacimiento en sí no es más que el despuntar en la mente de lo que ya se encuentra en ella" Cap.6-I, pag. 102